Declaración de Fe Iglesia Bautista Peniel
- Las Sagradas Escrituras
- El Verdadero Dios
- El Hombre
- La Salvación es por Gracia
- Regeneración
- El Arrepentimiento y la Fe
- La Justificación
- El Propósito de la Gracia Divina
- La Santificación
- La Perseverancia de los Santos
- La Ley y el Evangelio
- Una Iglesia Verdadera
- El Bautismo Cristiano
- La Cena del Señor
- El Día del Señor
- El Gobierno Civil
- La Segunda Venida de Cristo
- El Juicio Final
- El Cielo y el Infierno
- Mayordomía
Declaración actualizada el 27 de Marzo del 2022, basada en las declaraciones de fe de la Convención Nacional Bautista de México y la Confesión de fe de Westminster:
https://www.convencionbautista.mx/doctrinas-biblicas
http://www.iglesiareformada.com/Confesion_Westminster.html
1.- Las Sagradas Escrituras
La Santa Biblia fue escrita por hombres divinamente inspirados y es registro de la Revelación que Dios hace de sí mismo al hombre. Es un perfecto tesoro de instrucción divina. Su autor es Dios, su fin la salvación del género humano y su asunto es la verdad sin ninguna mezcla de error. Revela los principios por los cuales Dios nos juzga; y por lo tanto es y será hasta el fin del mundo, el verdadero centro de unión cristiana y la norma suprema por la cual toda conducta humana, credos y opiniones religiosas deben ser juzgados. El criterio por el cual la Biblia ha de ser interpretada es Cristo Jesús. Contiene 66 libros únicamente.
Éxodo 24:4; Deuteronomio 4:1,2; 17:18,19; Josué 1:7; 8:34; Salmo 19:7-10; 119:11,105,140; 2 Samuel 23:2; Proverbios 30:5; 6; Isaías 40:8; Jeremías 15:16; 36:1,2; Mateo 5:17,18; 22:29; Lucas 21:33; 24:44,46; Juan 5:39; 16:13-15; 17:17; 12:48; Hechos 1:16; 17:11; Romanos 2:16; 15:4; 16:25-27; 2 Timoteo 3: 15-17; Hebreos 1:1,2; 4:12; 1 Pedro 1:23-25; 2 Pedro 1:19-21; Apocalipsis 22:18,19.
Confesión Westminster. CAPÍTULO 1: DE LAS SANTAS ESCRITURAS
Aunque la luz de la naturaleza y las obras de creación y de providencia manifiestan la bondad, sabiduría, y poder de Dios de tal manera que los hombres quedan sin excusa, (1) sin embargo, no son suficientes para dar aquel conocimiento de Dios y de su voluntad que es necesario para la salvación; (2) por lo que le agradó a Dios en varios tiempos y de diversas maneras revelarse a sí mismo y declarar su voluntad a su Iglesia; (3) y además, para conservar y propagar mejor la verdad y para el mayor consuelo y establecimiento de la Iglesia contra la corrupción de la carne, malicia de Satanás y del mundo, le agradó dejar esa revelación por escrito, (4) por todo lo cual las Santas Escrituras son muy necesarias, (5) y tanto más cuanto que han cesado ya los modos anteriores por los cuales Dios reveló su voluntad a su Iglesia. (6).
- Romanos 2:14,15; Romanos 1:19,20; Salmos 19:1-3; Romanos 1:32 y 2:1
- 1 Corintios 1:21 y 2:13,14.
- Hebreos 1:1.
- Lucas 1:3,4; Romanos 15:4; Mateo 4:4,7,10; Isaías 8:19,20; Proverbios 22:14-21.
- 2 Timoteo 3:15; 2 Pedro 1:19.
- Hebreos 1:1,2.
IV. La autoridad de las Santas Escrituras, por la que ellas deben ser creídas y obedecidas, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia, sino exclusivamente del testimonio de Dios (quien en sí mismo es la verdad), el autor de ellas; y deben ser creídas, porque son la Palabra de Dios. (1).
1. 2 Pedro 1:19,21; 2 Timoteo 3:16; 1 Juan 5:9; 1 Tesal. 2:13.
V. ...nuestra persuasión y completa seguridad de que su verdad es infalible y su autoridad divina proviene de la obra del Espíritu Santo, quien da testimonio a nuestro corazón con la palabra divina y por medio de ella. (2)
2. 1 Juan 2:20,27; Juan 16:13,14; 1 Corintios 2:10,11; Isaías 59:21.
VI. El consejo completo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia gloria y para la salvación, fe y vida del hombre, está expresamente expuesto en las Escrituras, o se puede deducir de ellas por buena y necesaria consecuencia, y, a esta revelación de su voluntad, nada ha de añadirse, ni por nuevas relaciones del Espíritu, ni por las tradiciones de los hombres. (1) Sin embargo, confesamos que la iluminación interna del Espíritu de Dios es necesaria para que se entiendan de una manera salvadora las cosas reveladas en la Palabra, (2) y que hay algunas circunstancias tocantes a la adoración de Dios y al gobierno de la iglesia, comunes a las acciones y sociedades humanas, que deben arreglarse conforme a la luz de la naturaleza y de la prudencia cristiana, pero guardando siempre las reglas generales de la Palabra que han de observarse siempre. (3)
- 2 Timoteo 3:15-17; Gálatas 1:8,9; 2 Tes. 2:2.
- Juan 6:45; 1 Corintios 2:9-12.
- 1 Corintios 11:13,14, y 14:26,40.
VII. Las cosas contenidas en las Escrituras, no todas son igualmente claras ni se entienden con la misma facilidad por todos; (1) sin embargo, las cosas que necesariamente deben saberse, creerse y guardarse para conseguir la salvación, se proponen y declaran en uno u otro lugar de las Escrituras, de tal manera que no solo los eruditos, sino aún los que no lo son, pueden adquirir un conocimiento suficiente de tales cosas por el debido uso de los medios ordinarios. (2)
1. 2 Pedro 3:16.
2. Salmo 119:105,130.
IX. La regla infalible para interpretar la Biblia, es la Biblia misma, y por tanto, cuando hay dificultad respecto al sentido verdadero y pleno de un pasaje cualquiera (cuyo significado no es múltiple, sino uno solo), éste se debe buscar y establecer por otros pasajes que hablen con más claridad del asunto. (1)
1. Hechos 15:15,16; 2 Pedro 1:20,21.
2.- El Verdadero Dios
Hay un solo Dios viviente y verdadero. Es un ser personal, inteligente y espiritual, el Creador, Redentor, Conservador y Gobernante del Universo, Dios es infinito en Santidad y en todas las demás perfecciones. A Él debemos el amor más elevado, reverencia y obediencia. El Dios eterno se nos revela Él mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo, quienes siendo iguales en toda perfección divina desempeñan oficios diferentes aunque unísonos en la obra de la redención.
DIOS EL PADRE: Dios como Padre reina con cuidado providencial en su Universo, en sus creaturas y en la corriente de los ríos de la historia humana según los propósitos de su gracia. Él es todo poderoso, todo amor, todo sabio. Dios es el verdadero Padre de todos aquellos que llegan a ser hijos de Él por medio de la fe en Cristo Jesús. El es paternal en su actitud para con todos los hombres que han sido salvos.
Génesis 1:1; 2:7; 15:11 y siguientes 5; Levítico 22:2; Deuteronomio 6:4; 32:6; 1º Crónicas 29:10; Salmo 19:1-3; Isaías 43:3,15; 64:8; Jeremías 10:1-10; 17:13; Mateo 6:9 y siguientes; 7:11; 23:9; 28:19; Marcos 1:9-11; Juan 4:24; 8:14-16; 14:6-11; 1ª Corintios 8:6; Gálatas 4:6; Efesios 4:6; Colosenses 1:2, 12; 1ª Timoteo 1:17; Hebreos 3:4; 11:6; 12:9; 1ª Pedro 1:17; 1ª Juan 5:7; Apocalipsis 4:8-11.
DIOS EL HIJO: Cristo es el Hijo Eterno de Dios. En su encarnación como Jesucristo fue concebido del Espíritu Santo y nacido de la virgen María sin padre humano; Jesús se reveló y cumplió plenamente la voluntad de Dios tomando sobre sí mismo las necesidades y las demandas de la naturaleza humana e identificándose completamente con la humanidad; y sin embargo, no tiene pecado. Él honró la Ley divina con su obediencia personal y en su muerte en la cruz proveyó la redención del hombre; éste quedó así redimido del pecado. Fue levantado de entre los muertos con su cuerpo glorificado y apareció a sus discípulos como la persona que había estado con ellos antes que fuera a la diestra del Dios Padre, donde es el único Mediador y tiene la naturaleza de Dios y del hombre. Él volverá con poder y gloria para juzgar al mundo y para consumar su misión redentora. El ahora mora en todos los creyentes como el Señor viviente y omnipotente.
Génesis 18:1 y siguientes; Salmo 2:7 y siguientes; 110:1 y siguientes; Isaías 7:14, 53; Mateo 1:18-25; Marcos 1:1; 3:11; Lucas 1:35; 4:41; 24:46; Juan 1:1-18, 29; 10:30, 38; 11:25-27; 12:44-50; 14:7-11; 16:15, 26-28; 17:1-5, 21, 22; 20: 1-20, 28; Hechos 1:9; 2:22-24; 7:55,56; 9:4, 4, 20; Romanos 1:3,4; 3:23-26; 5:6-21; 8:1-3, 34; 10:1; 1ª Corintios 5:18-21; Gálatas 4:4, 5; Efesios 1:20; 3:11; 4:7-10; Filipenses 2:5-11; Colosenses 1:13-22; 2:9; 1ª Tesalonicenses 4:14-18; 1ª Timoteo 2:5-6; 3:16; Tito 2:13,14; Hebreos 1:1-3; 4:14,15; 7:14-28; 9:12-15, 23-28; 12:2; 1ª Pedro 2:21-25; 3:22; 1ª Juan 1:7-9; 3.2; 4:14; 5:9-12; Apocalipsis 1:13-18; 5:9-14; 12:10,11; 13:8; 19:16.
DIOS EL ESPÍRITU SANTO: El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios. El inspiró a los santos hombres de la antigüedad que escribieron las Escrituras. Mediante la iluminación de Él capacita a los hombres para que entiendan la verdad; exalta a Cristo, convence de pecado, de justicia y de juicio; llama a los hombres para que acudan al Salvador y efectúa la regeneración, cultiva el carácter cristiano, conforta a los creyentes y les otorga los dones espirituales con los cuales sirven a Dios por medio de su iglesia. Él sella al creyente hasta el día de la redención final. Su presencia en el cristiano da la seguridad de que Dios conducirá al cristiano hasta que éste adquiera la plenitud de la estatura de Cristo. Él ilumina y da poder al creyente y a la iglesia en la adoración, la evangelización y el servicio.
Génesis 1:2; Jueces 14:6; Job 26:13; Salmo 51:11; 139:7 y siguientes; Isaías 61:1-11; Joel 2:28-32; Mateo 1:18; 3:16; 4:1; 12:28-32; 28:19; Marcos 1:10-13; Lucas 1:35; 4:1, 18, 19; 11:13; 24:49; Juan 4:24; 14:16, 17; 15:26; 16:7-15; Hechos 1:8; 2:1-4, 38; 4:31; 5:3; 6:3; 7:55; 8:17,39; 10:44; 13:2; 15:28; 16:6; 19:1-6; Romanos 8:9-11, 14, 16, 26, 27; 1ª Corintios 2:10-14; 3:16; 12:3-11; Gálatas 4:6; Efesios 1:13, 14; 4:30; 5:18; 1ª Tesalonicenses 5:19; 1ª Timoteo 3:16; 4:1; 2ª Timoteo 1:14; 3:16; Hebreos 9:(-14; 2ª Pedro 1:21; 1ª Juan 4:13; 5:16; Apocalipsis 1:10; 22:17.
Confesión de Westminster: CAPITULO 2: DE DIOS Y DE LA SANTISIMA TRINIDAD
I. No hay sino un solo Dios, (1) el único viviente y verdadero, (2) quien es infinito en su ser y perfecciones; (3) espíritu purísimo, (4) invisible, (5) sin cuerpo, miembros (6) o pasiones; (7) inmutable, (8) inmenso, (9) eterno, (10) incomprensible, (11) todopoderoso, (12) sabio, (13) santo, (14) libre, (15) absoluto, (16) que hace todas las cosas según el consejo de su propia voluntad, que es inmutable y justísima (17) y para su propia gloria. (18) También Dios es amoroso, (19) benigno y misericordioso, paciente, abundante en bondad y verdad, perdonando toda iniquidad, transgresión y pecado, (20) galardonador de todos los que le buscan con diligencia, (21) y sobre todo muy justo y terrible en sus juicios, (22) que odia todo pecado (23) y que de ninguna manera dará por inocente al culpable, (24).
- Deuteronomio 6:4; 1 Corintios 8:4,6.
- 1 Tesalonicenses 1:9; Jeremías 10:10.
- Job 11:7-9 y 26:14.
- Juan 4:24.
- 1 Timoteo 1:17.
- Deuteronomio 4:15,16; Lucas 24:39; Juan 4:24.
- Hechos 14:11,15.
- Santiago 1:17; Malaquías 3:6.
- 1 Reyes 8:27; Jeremías 23:23,24.
- Salmos 90:2; 1 Timoteo 1:17.
- Salmos 145:3.
- Génesis 17:1; Apocalipsis 4:8.
- Romanos 16:27.
- Isaías 6:3; Apocalipsis 4:8.
- Salmos 115:3.
- Éxodo 3:14.
- Efesios 1:11.
- Proverbios 16:4; Romanos 11:36.
- 1 Juan 4:8,16.
- Éxodo 34:6,7.
- Hebreos 11:6.
- Nehemías 9:32,33.
- Salmos 5:5,6.
- Nehemías 1:2,3; Éxodo 34:7.
3.- El Hombre
Dios, por acción directa, creó al hombre a su propia imagen; por lo mismo está en la obra culminante de la creación efectuada por Dios. En el principio el hombre era inocente de pecado y estaba investido de libre albedrío por su Creador. Por este libre albedrío el hombre pecó en contra de Dios e introdujo el pecado en la raza humana. Mediante la tentación de Satanás, el hombre transgredió el mandamiento de Dios y perdió su inocencia original; por esto su posteridad heredó una naturaleza y un ambiente con tendencias a pecar, y tan pronto como queda bajo posibilidad de convertirse en transgresora de la Ley divina y de sufrir la condenación. Solamente la gracia de Dios puede hacer que el hombre vuelva a estar en santa comunión con Dios. El carácter sagrado de la personalidad humana es evidente; porque Dios creó al hombre a su propia imagen y porque Cristo murió por el hombre; por lo tanto, cada hombre posee dignidad y merece respeto y amor cristiano.
Génesis 1:26-30; 2:5, 7, 18-22; 9:6; Salmo 1:1; 8:3-6; 32:1-5; 51:5; Isaías 6:5; Jeremías 17:5; Mateo 16:26; Hechos 17:26-31; Romanos 1:19-32; 3:10-18, 23; 5:6, 12, 19; 6:6; 7:14-25; 8: 14-18, 29; 1ª Corintios 1:21-31; 15:19, 21, 22; Efesios 2:1-22; 3:1-11.
Confesión de Westminster CAPÍTULO 6: DE LA CAÍDA DEL HOMBRE, DEL PECADO Y DE SU CASTIGO
I. Nuestros primeros padres, seducidos por la sutileza y tentación de Satanás, pecaron al comer del fruto prohibido. (1) Quiso Dios, conforme a su sabio y santo propósito, permitir este pecado habiendo propuesto ordenarlo para su propia gloria. (2)
1. Génesis 3:13; 2 Corintios 11:3.
2. Romanos 11:32.
II. Por este pecado cayeron de su rectitud original y perdieron la comunión con Dios, (1) y por tanto quedaron muertos en el pecado, (2) y totalmente corrompidos en todas las facultades y partes del alma y del cuerpo. (3)
1. Génesis 3:6-8; Eclesiastés 7:29; Romanos 3:23.
2. Génesis 2:17; Efesios 2:1.
3. Tito 1:15; Génesis 6:5; Jeremías 17:9; Romanos 3:10-18.
IV. De esta corrupción original, por la cual estamos completamente impedidos, incapaces y opuestos a todo bien, (1) y enteramente inclinados a todo mal, (2) proceden todas nuestras transgresiones actuales. (3)
1. Romanos 5:6, 8:7 y 7:18; Colosenses 1:21.
2. Génesis 6:5; Génesis 8:21; Romanos 3:10-12.
3. Santiago 1:14,15; Mateo 15:19; Efesios 2:2,3.
V. Esta corrupción de naturaleza permanece durante esta vida en aquellos que son regenerados; (1) y, aun cuando sea perdonada y amortiguada por medio de la fe en Cristo, sin embargo, ella, y todos los efectos de ella, son verdadera y propiamente pecado. (2)
1. 1 Juan 1:8,10; Romanos 7:14,17,18,23; Santiago 3:2; Proverbios 20:9; Eclesiastés 7:20.
2. Romanos 7:5,7,8,25; Gálatas 5:17.
VI. Todo pecado, ya sea original o actual, siendo una transgresión de la justa ley de Dios y contrario a ella, (1) por su propia naturaleza trae culpabilidad sobre el pecador, (2) por lo que este queda bajo la ira de Dios, (3) y de la maldición de la ley, (4) y por lo tanto sujeto a la muerte, (5) con todas las miserias espirituales, (6) temporales (7) y eternas. (8)
1. 1 Juan 3:4.
2. Romanos 2:15; Romanos 3:9,19.
3. Efesios 2:3.
4. Gálatas 3:10.
5. Romanos 6:23.
6. Efesios 4:18.
7. Lamentaciones 3:39; Romanos 7:20.
8. Mateo 25:41; 2 Tesalonicenses 1:9.
4.- La Salvación es por Gracia
Creemos que la salvación de los pecadores:
Es gratuita para todos por medio de la fe en Cristo.
Efesios 2:5-8; Romanos 3:24, 26; 5:1; Isaías 55:1
No depende de obras buenas que el hombre pueda hacer.
Tito 3:5; Efesios 2:9,10; Gálatas 2:16
El único obstáculo para su salvación, es la depravación inherente y rechazamiento voluntario de Cristo como el único Salvador.
Juan 3:19; 5:40; Romanos 9:32; 1:28,29
Rechazamiento que le acarrea condenación eterna.
Juan 3:18, 36; Romanos 5:12; 6:23
Confesión de Westminster CAPÍTULO 14: DE LA FE SALVADORA
I. La gracia de la fe, por la cual se capacita a los elegidos para creer para la salvación de sus almas, (1) es la obra del Espíritu de Cristo en sus corazones, (2) y es hecha ordinariamente por el ministerio de la palabra; (3) también por la cual, y por la administración de los sacramentos y por la oración, se aumenta y se fortalece. (4)
1. Hebreos 10:39
2. 2 Corintios 4:13; Efesios 1:17-19; 2:8.
3. Romanos 10:14,17
4. 1 Pedro 2:2; Hechos 20:32; Romanos 4:11; Lucas 17:5; Romanos 1:16,17
II. Por esta fe, un cristiano cree que es verdadera cualquier cosa revelada en la Palabra, porque la autoridad de Dios mismo habla en ella; (1) y esta fe actúa de manera diferente sobre aquello que contiene cada pasaje en particular; produciendo obediencia hacia los mandamientos, (2) temblor ante las amenazas, (3) y abrazando las promesas de Dios para esta vida y para la que ha de venir. (4) Pero los principales hechos de la fe salvadora son: aceptar, recibir y descansar sólo en Cristo para la justificación, santificación y vida eterna, por virtud del pacto de gracia. (5)
1. Juan 4:42; 1 Tesal. 2:13; 1 Juan 5:10; Hechos 24:14.
2. Romanos 16:26.
3. Isaías 66:2.
4. Hebreos 11:13; 1 Timoteo 4:8.
5. Juan 1:12; Hechos 26:31; Gálatas 2:20; Hechos 15:11.
CAPÍTULO 10: DEL LLAMAMIENTO EFICAZ
III. Los niños elegidos que mueren en la infancia, son regenerados y salvados por Cristo por medio del Espíritu, (1) quien obra cuando, donde y como quiere. (2) En la misma condición están todas las personas elegidas que sean incapaces de ser llamadas externamente por el ministerio de la palabra. (3)
1. Lucas 18:15,16;
2. Juan 3:8.
Para ampliar nuestra postura respecto a la salvación de los niños, escuchar el sermón >> http://www.ipeniel.org/sermon/los-ninos-y-el-reino-de-dios
5.- Regeneración
Creemos que la regeneración:
Consiste en impartir un cambio de corazón y mente. Juan 3:3, 6; 1:12,13; Santiago 1:18
Es el nuevo nacimiento en el corazón del hombre.
Romanos 2:28, 29; Ezequiel 36:26; Deuteronomio 30:6; 1ª Corintios 2:12, 14.
Se efectúa por el poder del Espíritu Santo y en conexión con la verdad divina.
Juan 3:8; 1:13; Santiago 1:18; Efesios 1:13
Produce el deseo de voluntariamente obedecer al evangelio.
Efesios 5:10; Romanos 12:2; Efesios 5:17
Su evidencia se manifiesta en los santos frutos que produce el creyente, la fe y la novedad de vida. Efesios 5:8,9; Mateo 7:20; 1ª Juan 5:4; Romanos 6:8
Confesión de Westminster CAPÍTULO 10: DEL LLAMAMIENTO EFICAZ
I. A todos aquellos a quienes Dios ha predestinado para vida, y a ellos solamente, le agrada en su tiempo señalado y aceptado, llamar eficazmente (1) por su palabra y Espíritu, (2) fuera del estado de pecado y muerte en que están por naturaleza, a la gracia y salvación por Jesucristo; (3) iluminando espiritual y salvadoramente su entendimiento, a fin de que comprendan las cosas de Dios; (4) quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno de carne; (5) renovando sus voluntades y por su potencia todopoderoso, induciéndoles hacia aquello que es bueno, (6) y trayéndoles eficazmente a Jesucristo; (7) de tal manera que ellos vienen con absoluta libertad, habiendo recibido por la gracia de Dios la voluntad de hacerlo. (8)
1. Romanos 8:30 y 11:7; Efesios 1:10,11.
2. 2 Tesalonicenses 2:13,14; 2 Corintios 3:3,6.
3. Romanos 8:2; 2 Timoteo 1:9,10; Efesios 2:1-5.
4. Hechos 26:18; 1 Corintios 2:10,12; Efesios 1:17,18.
5. Ezequiel 36:26.
6. Ezequiel 11:19; Filipenses 2:13; Deuteronomio 30:6; Ezequiel 36:27.
7. Efesios 1:19; Juan 6:44,45.
8. Cantares 1:4; Salmos 110:3; Juan 6:37; Romanos 6:16-18.
6.- El Arrepentimiento y la Fe
Creemos que el arrepentimiento y la fe:
Son requisitos indispensables para la salvación.
Lucas 13:3,5; Marcos 1:15; Efesios 2:8; Juan 3:16,18, 36
Que el arrepentimiento es hacia Dios y la fe hacia Cristo Jesús y que están íntimamente relacionados. Hechos 20:20,21; Mateo 21:32; Hebreos 6:1
Que son la obra del Espíritu Santo en el corazón.
Ezequiel 18:31, 32; Juan 16:8,9; Efesios 4:21-24.
Que por medio de ellos el pecador convicto, sinceramente contrito, vuelve a Dios y reconoce a Cristo como su Salvador personal, Mediador Único y Rey.
Isaías 55:7; Hechos 16:30, 31; Romanos 10:9-11; Gálatas 2:16
Confesión de Westminster CAPÍTULO 15: DEL ARREPENTIMIENTO PARA VIDA
I. El arrepentimiento para vida es una gracia evangélica, (1) y esta doctrina referente a ella debe ser predicada por cada ministro del Evangelio, tanto como la de fe en Cristo. (2)
1. Hechos 11:18; Zacarías 12:10.
2. Lucas 24:47; Marcos 1:15; Hechos 20:21.
II. Al arrepentirse, un pecador se aflige por sus pecados y los odia, movido no sólo por la vista y el sentimiento del peligro, sino también por lo inmundo y odioso de ellos que son contrarios a la santa naturaleza y a la justa ley de Dios. Y al comprender la misericordia de Dios en Cristo para los que están arrepentidos, se aflige y odia sus pecados, de manera que se vuelve de todos ellos hacia Dios, (1) proponiéndose y esforzándose para andar con él en todos los caminos de sus mandamientos. (2)
1. Ezequiel 18:30,31 y 36:31; Isaías 30:22; Salmos 51:4; Jeremías 31:18,19; Joel 2:12,13; Amós 5:15; Salmos 119:128; 2 Corintios 7:11.
2. Salmos 119:6,59,106; Lucas 1:6; 2 Reyes 23:25.
III. Aún cuando no debe confiarse en el arrepentimiento como una satisfacción por el pecado o una causa de perdón para este, (1) ya que el perdón es un acto de la pura gracia de Dios en Cristo; (2) sin embargo, es de tanta necesidad para todos los pecadores que ninguno puede esperar perdón sin arrepentimiento. (3).
1. Ezequiel 36:31,32 y 16:61-63.
2. Oseas 14:2,4; Romanos 3:24; Efesios 1:7.
3. Lucas 13:3,5; Hechos 17:30,31.
IV. Así como no hay pecado tan pequeño que no merezca la condenación, (1) así tampoco ningún pecado es tan grande que pueda condenar a los que se arrepienten verdaderamente.
1. Romanos 6:23 y 5:12; Mateo 12:36.
2. Isaías 55:7 y 1:16,18; Romanos 8:1.
V. Los hombres no deben quedar satisfechos con un arrepentimiento general de sus pecados, sino que es el deber de todo hombre procurar arrepentirse específicamente de sus pecados específicos. (1)
1. Salmos 19:13; Lucas 19:8; 1 Timoteo 1:13,15.
VI. Todo hombre está obligado a confesar privadamente sus pecados a Dios, orando por el perdón de ellos; (1) al confesarlos y al apartarse de ellos hallará misericordia. (2) Así también el que escandaliza a su hermano o a la Iglesia de Cristo, debe estar dispuesto a declarar su arrepentimiento a los ofendidos, (3) por medio de una confesión pública o privada, con tristeza por su pecado. Los ofendidos deberán entonces reconciliarse con él y recibirlo en amor. (4)
1. Salmos 32:5,6; 51:4,5,7,9,14.
2. Proverbios 28:13; 1 Juan 1:9.
3. Santiago 5:16; Lucas 17:3,4; Josué 7:19; Salmos 51.
4. 2 Corintios 2:8.
7.- La Justificación
Creemos que la justificación es:
El gran bien que Cristo asegura a los que son salvos.
Juan 1:16; Hechos 13:38,39; Romanos 5:1,18; Gálatas 2:16
Recordatorio del perdón del pecado, atribuyéndoles Dios la justicia de Cristo.
Romanos 3:24,25; 4:5-8; Tito 3:5-7
Introducirnos a un estado altamente bienaventurado de paz y favor con Dios, haciendo nuestros desde ahora y para siempre todos los demás bienes que fueren necesarios.
Hechos 10:42,43; Romanos 4:23-25; 5:8-10.
Confesión de Westminster CAPÍTULO 11: DE LA JUSTIFICACION
I. A los que Dios llama de una manera eficaz, también justifica gratuitamente, (1) no infundiendo justicia en ellos sino perdonándoles sus pecados, y contando y aceptando sus personas como justas; no por algo obrado en ellos o hecho por ellos, sino solamente por causa de Cristo; no por imputarles la fe misma, ni el acto de creer, ni alguna otra obediencia evangélica como su justicia, sino imputándoles la obediencia y satisfacción de Cristo (2) y ellos por la fe, le reciben y descansan en él y en su justicia. Esta fe no la tienen de ellos mismos. Es un don de Dios. (3)
1. Romanos 8:30 y 3:24.
2. Romanos 4:5-8; 2 Corintios 5:19,21; Romanos 3:22,24,25,27,28; Tito 3:5,7; Efesios 1:7; Jeremías 23:6;
1 Corintios 1:30,31; Romanos 5:17-19.
3. Hechos 10:44; Gálatas 2:16; Filipenses 3:9; Hechos 13:38,39; Efesios 2:7,8.
III. Cristo, por su obediencia y muerte, saldó totalmente la deuda de todos aquellos que así son justificados, e hizo una apropiada, real y completa satisfacción a la justicia de su Padre en favor de ellos. (1) Sin embargo, por cuanto Cristo fue dado por el Padre para los justificados (2) y su obediencia y satisfacción fueron aceptadas en su lugar, (3) y ambas gratuitamente; no porque hubiera alguna cosa en ellos, su justificación es solamente de pura gracia; (4) para que las dos, la exacta justicia y la rica gracia de Dios, puedan ser glorificadas en la justificación de los pecadores. (5)
1. Romanos 5:8-10,19; 1 Timoteo 2:5,6; Hebreos 10:10,14; Daniel 9:24,26; Isaías 53:4-6, 10-12.
2. Romanos 8:32.
3. 2 Corintios 5:21; Mateo 3:17; Efesios 5:2.
4. Romanos 3:24; Efesios 1:7.
5. Romanos 3:26; Efesios 2:7.
IV. Desde la eternidad, Dios decretó justificar a todos los elegidos; (1) y en el cumplimiento del tiempo, Cristo murió por sus pecados, y resucitó para su justificación. (2) Sin embargo, ellos no son justificados sino hasta que Cristo les es realmente aplicado, por el Espíritu Santo, en el debido tiempo. (3)
1. Gálatas 3:8; 1 Pedro 1:2,19,20; Romanos 8:30.
2. Gálatas 4:4; 1 Timoteo 2:6; Romanos 4:25.
3. Colosenses 1:21,22; Gálatas 2:16; Tito 3:4-7.
V. Dios continúa perdonando los pecados de aquellos que son justificados; (1) y aunque ellos nunca pueden caer del estado de justificación, (2) sin embargo pueden, por sus pecados, caer bajo el desagrado paternal de Dios y no tener la luz de su rostro restaurada sobre ellos hasta que se humillen, confiesen sus pecados, pidan perdón y renueven su fe y su arrepentimiento. (3)
1. Mateo 6:12; 1 Juan 1:7,9 y 2:1,2.
2. Lucas 22:32; Juan 10:28; Hebreos 10:14.
3. Salmos 89:31-33; 51:7-12 y 32:5; Mateo 26:75; 1 Corintios 11:30,32; Lucas 1:20.
VI. La justificación de los creyentes bajo el Antiguo Testamento era, en todos estos respectos, una y la misma con la justificación de los creyentes bajo el Nuevo Testamento. (1)
1. Gálatas 3:9,13,14; Romanos 4:22-24; Hebreos 13:8.
8.- El Propósito de la Gracia Divina
Creemos que elección es:
El propósito de Dios conforme al cual gratuitamente regenera, santifica y salva a los pecadores. 2ª Tesalonicenses 2:13,14; 1ª Pedro 1:2; 2:9; Juan 15:16
Que estando en perfecta armonía con el libre albedrío del hombre, comprende todos los medios relacionados con el fin. Efesios 1:3-6, 11; 2ª Timoteo 1; Romanos 8:29,30
Que es ésta la más gloriosa demostración de la soberana bondad de Dios.
Romanos 2:4; 9:24; Efesios 1:7-9
Siendo infinitamente gratuita, sabia, santa e inmutable; que excluye eternamente toda jactancia y promueve la humildad, amor, oración, alabanza y confianza en Dios, e imitación activa de su gratuita misericordia que en su certeza se manifiesta por sus efectos en todos aquellos que verdaderamente creen al evangelio.
Romanos 3:27; 1ª Corintios 1:30,31; 4:7; Efesios 2:8,9
Que es la base de la seguridad cristiana y que para estar ciertos de dicha elección con respecto a nosotros, requiere y merece la más acendrara diligencia.
Romanos 8:28-39; Filipenses 3:12-14; 1:6; 2:12,13
Confesión de Westminster CAPÍTULO 9: DEL LIBRE ALBEDRÍO
I. Dios ha dotado a la voluntad del hombre con aquella libertad natural, que no es forzada ni determinada hacia el bien o hacia el mal, por ninguna necesidad absoluta de la naturaleza. (1)
1. Mateo 17:12; Santiago 1:14; Deuteronomio 30:19.
II. El hombre en su estado de inocencia, tenía libertad y poder para querer y hacer lo que es bueno y agradable a Dios, (1) sin embargo era mutable y podía caer de dicho estado. (2)
1. Eclesiastés 7:29; Génesis 1:26.
2. Génesis 2:16,17 y 3:6.
III. El hombre, por su caída a un estado de pecado, ha perdido absolutamente toda capacidad para querer algún bien espiritual que acompañe a la salvación; (1) por tanto como hombre natural, que está enteramente opuesto a ese bien (2) y muerto en el pecado, (3) no puede por su propia fuerza convertirse a sí mismo o prepararse para la conversión. (4)
1. Romanos 5:6 y 8:7; Juan 15:5.
2. Romanos 3:10,12.
3. Efesios 2:1,5; Colosenses 2:13.
4. Juan 6:44,65; 1 Corintios 2:14; Efesios 2:2-5; Tito 3:3-5.
IV. Cuando Dios convierte a un pecador y le traslada al estado de gracia, le libra de su estado de servidumbre natural bajo el pecado, (1) y por su sola gracia lo capacita para querer y obrar libremente lo que es espiritualmente bueno; (2) a pesar de eso, sin embargo, por razón de su corrupción que aún queda, el converso no sola ni perfectamente quiere lo que es bueno, sino quiere también lo que es malo. (3)
1. Colosenses 1:13; Juan 8:34,36.
2. Filipenses 2:13; Romanos 6:18,22.
3. Gálatas 5:17; Romanos 7:15,18,19,21,23.
V. La voluntad del hombre es hecha perfecta e inmutablemente libre para hacer tan solo lo que es bueno, únicamente en el estado de la gloria. (1)
1. Efesios 4:13; Judas 24; Hebreos 12:23; 1 Juan 3:2.
9.- La Santificación
Creemos que la santificación es:
El proceso por el cual conforme a la voluntad de Dios, somos hechos participantes de su santidad. 1ª Tesalonicenses 4:3-7; 5:23; 2ª Corintios 7:1
Que es obra progresiva. Proverbios 4:18; Filipenses 1:6; 2ª Pedro 3:18
Cuyo principio está en la regeneración. Romanos 6:4; Efesios 4:30
Que se efectúa en el corazón de los creyentes por el poder y la presencia del Espíritu Santo. Sello y Consolador en el ejercicio continuo de los medios establecidos, particularmente la Palabra de Dios, el examen personal, abnegación, vigilancia, oración y cumplimiento de todo deber piadoso. Juan 14:16, 17-19; Efesios 4:30
Llegando a la perfección con la purificación de los cuerpos en la Segunda Venida de Cristo.
Efesios 1:13,14; Romanos 8:23; 1ª Corintios 15:51-54
Confesión de Westminster CAPÍTULO 13: LA SANTIFICACIÓN
I. Aquellos que son llamados eficazmente y regenerados, teniendo creados un nuevo corazón y un nuevo espíritu en ellos, son además santificados real y personalmente por medio de la virtud de la muerte y la resurrección de Cristo, (1) por su Palabra y Espíritu que mora en ellos; (2) el dominio del pecado sobre el cuerpo entero es destruido, (3) y las diversas concupiscencia de él son debilitadas y mortificadas más y más, (4) y los llamados son más y más fortalecidos y vivificados en todas las gracias salvadoras, (5) para la práctica de la verdadera santidad, sin la cual ningún hombre verá al Señor. (6)
1. 1 Corintios 6:11; Hechos 20:32; Filipenses 3:10; Romanos 6:5,6.
2. Juan 17:17; Efesios 5:26; 2 Tesalonicenses 2:13.
3. Romanos 6:6,14.
4. Gálatas 5:24; Romanos 8:13.
5. Colosenses 1:11; Efesios 3:16-19.
6. 2 Corintios 7:1; Hebreos 12:14.
10.- La Perseverancia de los Santos
Todos los verdaderos creyentes perseveran hasta el fin. Aquellos a quienes el Señor ha aceptado en Cristo y ha santificado por su Espíritu Santo, jamás caerán del estado de gracia sino que perseverarán hasta el fin. Los creyentes pueden caer en pecado por negligencia y tentación, por lo cual contristan al Espíritu, menoscaban sus virtudes y su bienestar espiritual, hacen que haya reproches para la causa de Cristo y juicios temporalmente adversos a ellos; sin embargo, ellos serán guardados por el poder de Dios, mediante la fe que produce salvación.
Génesis 12:1-3; Éxodo 19:5-8; 1 Samuel 8:4-7, 19, 22; Isaías 5:14; Jeremías 31:31 y siguientes; Mateo 16:18, 19; 21:28-45; 24:22, 31; 25:34; Lucas 1:68-79; 2:29-32; 10:27, 28; 15:16; 17:6, 12, 17, 18, Hechos 20:32; Romanos 5:9, 10; 8:28-39; 10:12-15; 11:5-7, 26-36; 1ª Corintios 1:2; 15:54-58; Efesios 1:4-23; 2:1-10; 3:1-11; Colosenses 1:12-14; 2ª Tesalonicenses 2:13, 14; 2ª Timoteo 1:12; 2:10, 19; Hebreos 11:39- 12:2; 1ª Pedro 1:2-5, 13; 2:4-10; 1ª Juan 1:7-9; 2:19; 3:2.
Confesión de Westminster CAPÍTULO 17: DE LA PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
I. A quienes Dios ha aceptado en su Amado, y que han sido llamados eficazmente y santificados por su Espíritu, no pueden caer ni total ni definitivamente del estado de gracia, sino que ciertamente han de perseverar en él hasta el fin, y serán salvados eternamente. (1)
1. Filipenses 1:6; 2 Pedro 1:10; Juan 10:28,29; 1 Juan 3:9; 1 Pedro 1:5,9.
III. No obstante esto, es posible que los creyentes, por las tentaciones de Satanás y del mundo, por el predominio de la corrupción que queda en ellos, y por el descuido de los medios para su preservación caigan en pecados graves; (1) y por algún tiempo permanezcan en ellos; (2) por lo cual atraerán el desagrado de Dios; (3) contristarán a su Espíritu Santo; (4) se verán excluidos en alguna medida de sus gracias y consuelos; (5) tendrán sus corazones endurecidos; (6) y sus conciencias heridas; (7) lastimarán y escandalizarán a otros, (8) y atraerán sobre sí juicios temporales. (9)
1. Mateo 26:70,72,74.
2. Salmos 51:14.
3. Isaías 64:5,7,9; 2 Samuel 11:27.
4. Efesios 4:30.
5. Salmos 51:8,10,12; Apocalipsis 2:4; Cantares 5:2,3,4,6.
6. Marcos 6:52 y 16:14; Isaías 63:17.
7. Salmos 32:3,4 y 51:8.
8. 2 Samuel 12:14.
9. Salmos 89:31,32; 1 Corintios 11:32
11.- La Ley y el Evangelio
Creemos que enseñan las escrituras que:
La ley de Dios es la norma Eterna e invariable de su gobierno moral.
Romanos 3:31; Mateo 5:17; Romanos 3:20, 21
Que es Santa, Justa y Buena. Romanos 7:12; Salmo 119
Que la única causa de la incapacidad de cumplir los preceptos de ella, que atribuyen las Escrituras al hombre caído es la naturaleza pecaminosa de éste.
Romanos 7:16-23; 8:6-8
Libertarnos de la cual, y restituirnos mediante intercesor a la obediencia de la Santa Ley, es un objeto de los principios propuestos en el evangelio y también de los medios de gracia relacionados con el establecimiento de la iglesia.
Romanos 8:2-4; 1ª Timoteo 1:15; Juan 14:16, 17, 26, 27
Confesión de Westminster CAPÍTULO 19: DE LA LEY DE DIOS
I. Dios dio a Adán una ley como un pacto de obras, por la que lo obligó a toda su posteridad a una obediencia personal, completa, exacta y perpetua; le prometió la vida por el cumplimiento de ella, y le amenazó con la muerte si la infringía; y le dio también el poder y la capacidad para guardarla.(1)
1. Génesis 1:26,27; 2:17; Romanos 2:14,15; 10:5; 5:12,19.
Véase Gálatas 3:10,12; Eclesiastés 7:29; Job 28:28.
II. Esta ley, después de la caída de Adán, continuaba siendo una regla perfecta de rectitud; y como tal fue dada por Dios en el Monte Sinaí en diez mandamientos y escrita en dos tablas; (1) los cuatro primeros mandamientos contienen nuestros deberes para con Dios, y los otros seis, nuestros deberes para con los hombres. (2)
1. Santiago 1:25; 2:8; 10-12; Romanos 13:8,9; Deuteronomio 5:32 y 10:4; Éxodo 34:1.
2. Mateo 22:37-40.
VI. Aunque los verdaderos creyentes no están bajo la ley como un pacto de obras para ser justificados o condenados; (1) sin embargo, es de gran utilidad tanto para ellos como para otros; ya que como una regla de vida les informa de la voluntad de Dios y de sus deberes, les dirige y obliga a andar en conformidad con ella; (2) les descubre también la pecaminosa contaminación de su naturaleza, corazón y vida; (3) de tal manera, que cuando ellos se examinan delante de ella, puedan llegar a una convicción más profunda de su pecado, a sentir humillación por él y un odio contra él; (4) junto con una visión más clara de la necesidad que tienen de Cristo, y de la perfección de su obediencia. (5) También la ley moral es útil para los regenerados para restringir su corrupción, puesto que prohíbe el pecado; (6) y las amenazas de ella sirven para mostrar lo que merecen aún sus pecados, y qué aflicciones puedan esperar por ellos en esta vida; aún cuando estén libres de la maldición con que amenaza la ley. (7) Las promesas de ella, de un modo semejante, manifiestan a los regenerados que Dios aprueba la obediencia y cuáles son las bendiciones que deben esperar por el cumplimiento de la misma; (8) aunque no se deba a ellos por la ley como un pacto de obras; (9) así que, si un hombre hace lo bueno y deja de hacer lo malo porque la ley le manda aquello y le prohíbe esto, no es evidencia de que esté bajo la ley, sino bajo la gracia. (10)
1. Romanos 6:14 y 8:1; Gálatas 2:16; 3:13; 4:4,5; Hechos 13:39.
2. Romanos 7:12,22,25; Salmos 119:4-6; 1 Corintios 7:19; Gálatas 5:14,16; 18:23.
3. Romanos 7:7 y 3:20.
4. Romanos 7:9,14,24; Santiago 1:23-25.
5. Gálatas 3:24; Romanos 8:3,4 y 7:24.
6. Santiago 2:11; Salmos 119:101,104,128.
7. Esdras 9:13,14; Salmos 89:30-34.
8. Salmos 37:11 y 19:11; Levítico 26:1-14; con 2 Corintios 6:16; Efesios 6:2,3; Mateo 5:5.
9. Gálatas 2:16; Lucas 17:10.
10. Romanos 6:12,14; Hebreos 12:28,29; 1 Pedro 3:8-12; Salmos 34:12-16.
12.- Una Iglesia Verdadera
Creemos que una iglesia verdadera de Cristo es:
Una congregación de creyentes en Él, bautizados después de una profesión de fe.
Hechos 2:41, 42; Apocalipsis 1:4; 22:16
Unidos en las doctrinas del Evangelio, comprometidos en mantener las ordenanzas conforme a las Escrituras. Hechos 14: 22, 23; Efesios 4:5, 13; Hechos 20: 6, 7
Reconociendo a Cristo como la única cabeza, tomando la Biblia como su única regla de fe y práctica. Mateo 28:20; Colosenses 1:18, 19; 2: 8-10; 1ª Corintios 11:23, 24
Cuyos oficiales bíblicos son pastor u obispo y diáconos. Filipenses 1:1; Hechos 6:3-6; 14:23
Confesión de Westminster CAPÍTULO 25: DE LA IGLESIA
I. La iglesia católica o universal, que es invisible, se compone del número de los elegidos que han sido, son o serán reunidos en uno, bajo Cristo la cabeza de ella; y es la esposa, el cuerpo, la plenitud de Aquel que llena todo en todo. (1)
1. Efesios 1:10,22,23; 5:23,27,32; Colosenses 1:18.
III. A esta iglesia católica visible ha dado Cristo el ministerio, los oráculos y los sacramentos de Dios, para reunir y perfeccionar a los santos en esta vida y hasta el fin del mundo; y por su propia presencia y espíritu, de acuerdo con su promesa los hace eficientes para ello. (1)
1. 1 Corintios 12:28; Efesios 4:11-13; Isaías 59:21; Mateo 28:19,20.
IV. Esta iglesia católica ha sido más visible en unos tiempos que en otros. (1) Y las iglesias específicas que son parte de ella, son más puras o menos puras, de acuerdo como se enseñe y se abrace la doctrina del Evangelio, se administren los sacramentos y se celebre con mayor o menor pureza el culto público en ellas. (2)
1. Romanos 11:3,4; Apocalipsis 12:6,14.
2. 1 Corintios 5:6,7; Apocalipsis 2 y 3.
13.- El Bautismo Cristiano
Creemos que el bautismo
Es la inmersión en agua del creyente en Cristo, ejecutado por un administrador idóneo.
Mateo 3:13- 17; Hechos 8:36-39; 19:3-5
Efectuado en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, porque tal es el mandato.
Mateo 28: 19; Hechos 10:47, 48; 2:38, 39
Que es símbolo de la sepultura y resurrección de Cristo y de la del creyente.
Romanos 6:3-5; Colosenses 2:12; 2ª Corintios 5:17
Que es un requisito para gozar de los privilegios de la iglesia. Romanos 6:4
Confesión de Westminster CAPÍTULO 28: DEL BAUTISMO
I. El Bautismo es un sacramento del Nuevo Testamento, instituido por Jesucristo, (1) no para admitir solemnemente en la iglesia visible a la persona bautizada, (2) sino también para que sea para ella una señal y un sello del pacto de gracia, (3) de su injerto en Cristo, (4) de su regeneración, (5) de la remisión de sus pecados, (6) y de su rendición a Dios por Jesucristo, para andar en novedad de vida. (7) Este sacramento, por institución propia de Cristo debe continuarse en su Iglesia hasta el fin del mundo. (8)
1. Mateo 28:19.
2. 1 Corintios 12:13.
3. Romanos 4:11; Colosenses 2:11,12.
4. Gálatas 3:27; Romanos 6:5.
5. Tito 3:5.
6. Marcos 1:4.
7. Romanos 6:3,4.
8. Mateo 28:19,20.
V. Aun cuando el menosprecio o descuido de este sacramento sea un pecado grave, (1) sin embargo, la gracia y la salvación no están tan inseparablemente unidas a ella, de manera que no pueda alguna persona ser regenerada o salvada sin el bautismo, (2) o que todos los que son bautizados sean indudablemente regenerados. (3)
1. Lucas 7:30 con Éxodo 4:24-26.
2. Romanos 4:11; Hechos 10:2,4,22,31,45,47.
3. Hechos 8:13,23.
Lágrimas en el camino de Mileto Del bautismo, Identificación y Testimonio
Lo más importante para la persona que será bautizada, debe ser su plena convicción, decisión e identificación con la guía de Dios y con el hecho de que habían pasado de la muerte a la vida por la obra poderosa de Dios.(1) Cuando un pecador redimido entiende que en el pasado había rechazado la respuesta única de Dios para él, la persona de Jesús. Ahora sabe que debe identificarse con su Salvador de manera pública por medio del bautismo(2)
1 Corintios 10:1-4.
Hechos 2:37-38
14.- La Cena del Señor
Creemos que la Cena del Señor es la segunda ordenanza y:
Que consiste en dos elementos que son pan sin levadura y vino fruto de la vid, los que representan respectivamente el cuerpo y la sangre de Cristo.
Mateo 26:26-30; 1ª Corintios 11:26; Lucas 22:19, 20
Que los participantes deben ser creyentes bautizados que tengan la misma doctrina y que se celebra en la reunión de la iglesia. Hechos 2:41, 42; 1ª Corintios 11:18, 26; Hechos 20:7
Que la cena conmemora el sufrimiento y la muerte de Cristo. 1ª Corintios 11:23, 26
Confesión de Westminster CAPÍTULO 29: DE LA CENA DEL SEÑOR
I. Nuestro Señor Jesús, la noche que fue entregado, instituyó el sacramento de su cuerpo y de su sangre, llamado la Cena del Señor, para que se observará en su Iglesia hasta el fin del mundo, para un recuerdo perpetuo del sacrificio de sí mismo en su muerte, para sellar en los verdaderos creyentes los beneficios de ella, para su alimentación espiritual y crecimiento en ÉL, para un mayor compromiso en y hacia todas las obligaciones que le deben a Cristo; y para ser un lazo y una prenda de su comunión con ÉL y de su mutua comunión, como miembros de su cuerpo místico. (1) 1. 1 Corintios 11:23-26; 10:16,17, 21 y 12:13.
Respecto al tipo de comunión Celebramos la Cena del Señor de manera abierta a cualquier evangelico que esté de visita en nuestra congregación, quien debe ser salvo y haber sido bautizado ya sea por inmersión o aspersión. Tal como Juan Bunyan argumentó que a pesar de nuestras diferencias en cuestiones secundarias nuestra unidad como cristianos nos obliga a unirnos en la predicación y la recepción de la palabra de Dios verbalmente y sacramentalmente. (1) Efesios 4:4-6
15.- El Día del Señor
Creemos que:
El primer día de la semana es el reposo del cristianismo.
Juan 20:1, 19, 26; Hechos 20:7; 1ª Corintios 16:1, 2
Que este día ha de consagrarse a los fines religiosos.
Éxodo 20:8; Hebreos 10:24, 25; Hechos 20:7
Absteniéndose el cristiano de todo trabajo secular que no sea obra de misericordia o de absoluta necesidad. Isaías 56.13, 14; Mateo 12: 8-12; Lucas 14: 3-6
Preparándose para el descanso que le queda al pueblo de Dios.
Hebreos 4:7-11; Hechos 13:44; Éxodo 20:10.
Confesión de Westminster CAPÍTULO 21: DE LA ADORACIÓN RELIGIOSA Y DEL DÍA DE REPOSO
VI. Ahora bajo el Evangelio, ni la oración ni ninguna otra parte de la adoración religiosa están limitados a un lugar, ni son más aceptables por el lugar en que se realizan, o hacia el cual se dirigen; (1) sino que Dios ha de ser adorado en todas partes (2) en espíritu y en verdad; (3) tanto en lo privado en las en las familias (4) diariamente, (5) y en secreto cada uno por sí mismo; (6) así como de una manera más solemne en las reuniones públicas, las cuales no han de descuidarse ni abandonarse voluntariamente o por negligencia, cuando Dios por su palabra y providencia nos llama a ellas. (7)
1. Juan 4:21.
2. Malaquías 1:11; 1 Timoteo 2:8.
3. Juan 4:23,24.
4. Jeremías 10:25; Deuteronomio 6:6,7; Job 1:5; 2 Samuel 6:18-20; 1 Pedro 3:7; Hechos 10:2.
5. Mateo 6:11.
6. Mateo 6:6; Efesios 6:18.
7. Isaías 56:6,7; Hebreos 10:25; Proverbios 1:20,21,24; 8:34; Hechos 13:42; Lucas 4:16; Hechos 2:42.
VII. Así como es la ley de la naturaleza que en lo general una proporción debida de tiempo se dedique a la adoración de Dios; así en su palabra, por un mandamiento positivo, moral y perpetuo que obliga a todos los hombres en todos los tiempos, Dios ha señalado particularmente un día de cada siete, para que sea guardado como un reposo santo para ÉL; (1) el cual desde el principio del mundo hasta la resurrección de Cristo, fue el último día de la semana; y desde la resurrección de Cristo fue cambiado el primer día de la semana, (2) al que se le llama en las Escrituras día del Señor (3) y debe ser perpetuado hasta el fin del mundo como el día de reposo cristiano. (4)
1. Éxodo 20:8,10,11; Isaías 56:2,4,6,7.
2. Génesis 2:2,3; 1 Corintios 16:1,2; Hechos 20:7.
3. Apocalipsis 1:10.
4. Éxodo 20:8,10; Mateo 5:17,18.
VIII. Este día de reposo se guarda santo para el Señor, cuando los hombres después de la debida preparación de su corazón y arreglados con anticipación todos sus asuntos ordinarios, no solamente guardan un santo descanso durante todo el día de sus propias labores, palabras y pensamientos acerca de sus empleos y diversiones mundanales; (1) sino que también dedican todo el tiempo al ejercicio de la adoración pública y privada, y en los deberes de caridad y de misericordia. (2)
1. Éxodo 20:8; 16:23,25,26,29,30; 31:15-17; Isaías 58:13; Nehemías 13:15,19,21,22.
2. Isaías 58:13; Mateo 12:1-13
16.- El Gobierno Civil
Creemos que:
El gobierno civil existe por disposición divina para los intereses y el buen orden de la sociedad humana. Romanos 13:1-7; Mateo 17:24-27; Juan 19:11
Y que por los magistrados debemos orar, honrándolos, en consciencia y obedeciéndoles.
Mateo 22:21; Tito 3:1; 1ª Pedro 2:13-17
Excepto en aquellas cosas que sean opuestas a la voluntad del Señor, único dueño de la consciencia y Príncipe de los reyes de la tierra. Hechos 4:18-20; 5:29; Apocalipsis 17:14
y que debe haber independencia de acción entre el Estado y la Iglesia, siendo cada cual útil e importante en su lugar. Efesios 1:21, 22; 1ª Timoteo 2:1-5
Confesión de Westminster CAPÍTULO 23: DEL MAGISTRADO CIVIL
II. Es lícito para los cristianos aceptar y desempeñar el cargo de magistrado cuando sean llamados para ello; (1) en el desempeño de su cargo, deben mantener especialmente la piedad, la justicia y la paz, según las leyes sanas de cada estado, (2) así con este fin, bajo el Nuevo Testamento, pueden legalmente ahora hacer la guerra en ocasiones justas y necesarias. (3)
1. Proverbios 8:15,16; Romanos 13:1,2,4.
2. Salmos 2:10-12; 1 Timoteo 2:2; Salmos 82:3,4; 2 Samuel 23:3; 1 Pedro 2:13.
3. Lucas 3:14; Mateo 8:9,10; Hechos 10:1,2; Romanos 13:4.
17.- La Segunda Venida de Cristo
Creemos que:
Cristo vendrá otra vez en forma personal y visible.
Juan 14: 2, 3; Hechos 1:11; Mateo 24:30; Apocalipsis 22:12
Como ladrón en la noche, porque no sabemos el día ni la hora.
Mateo 24:36, 39, 42, 44; 25:13
Y que vendrá como juez porque el día de la salvación ha llegado.
2ª Tesalonicenses 1:6-10; Judas 1:14, 15; Apocalipsis 22:12
Nuestra postura escatológica
Como Iglesia Peniel creemos la posición Premilenialismo Dispensacional, primero ocurrirá el arrebatamiento, después la tribulación, enseguida el regreso de Cristo para reinar en el Milenio y por último disfrutar del reino con Cristo para vivir por la eternidad.
Creemos que esto es un asunto secundario, ya que a lo largo de los siglos, la Iglesia ha mostrado distinta aceptación sobre este asunto, el cual no se debe sobreenfatizar para así conservar la unidad.
18.- El Juicio Final
Creemos que:
Cuando venga Cristo al mundo otra vez se verificará el juicio, el que tiene por objeto premiar al hombre según sus obras.
Mateo 16:27; 1ª Corintios 3:14; Apocalipsis 22:12
Hacer manifiesto su carácter verdadero y hacer separación entre los redimidos y los perdidos. Mateo 25: 31-34; 13:41-43; Judas 1:15
Que todos estarán presentes en el juicio.
Mateo 25: 31, 32; 2ª Corintios 5:10; Romanos 14:10
De este juicio cada quien irá a su respectivo lugar.
2ª Tesalonicenses 1:6-10; Apocalipsis 14:9-11; 20:13-15
Confesión de Westminster CAPÍTULO 33: DEL JUICIO FINAL
II. El propósito de Dios al establecer este día es la manifestación de la gloria de su misericordia en la salvación eterna de los elegidos, y la de su justicia en la condenación de los reprobados que son malvados y desobedientes. Pues entonces los justos entrarán a la vida eterna y recibirán la plenitud de gozo y refrigerio que vendrá de la presencia del Señor; pero los malvados que no conocen a Dios ni obedecen el Evangelio de Jesucristo, serán arrojados al tormento eterno y castigados con perdición perpetua, lejos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. (1)
1. Mateo 25:31-46; Romanos 2:5,6; 9:22,23; Mateo 25:21; Hechos 3:19; 2 Tesal. 1:7-10.
19.- El Cielo y el Infierno
Creemos que hay dos lugares en que los hombres habrán de morar después de esta vida:
Los redimidos vivirán con Cristo en el cielo.
Juan 14:1-6; Mateo 25:34; Apocalipsis 7:9-15; 21:1-7
Y los perdidos existirán en el infierno con el diablo y sus ángeles.
Mateo 25:41, 46; Lucas 16:22-24; Apocalipsis 14:10, 11; 20:10
Tal existencia, sea en el cielo o en el infierno será eterna.
Isaías 33:14, 16; Daniel 12:2; Mateo 18:8; 25:46
Confesión de Westminster CAPÍTULO 32: DEL ESTADO DEL HOMBRE DESPUÉS DE LA MUERTE Y DE LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS
I. Los cuerpos de los hombres después de la muerte vuelven al polvo y ven la corrupción, (1) pero sus almas (que ni mueren ni duermen), teniendo una subsistencia inmortal, vuelven inmediatamente a Dios que las dio. (2) Las almas de los justos, siendo entonces hechas perfectas en santidad, son recibidas en los más altos cielos en donde contemplan la faz de Dios en luz y gloria, esperando la completa redención de sus cuerpos. (3) Las almas de los malvados son arrojadas al infierno, en donde permanecen atormentadas y envueltas en densas tinieblas, en espera del juicio del gran día. (4) Fuera de estos dos lugares para las almas separadas de sus cuerpos, la Escritura no reconoce ningún otro.
1. Génesis 3:19; Hechos 13:36.
2. Lucas 23:43; Eclesiastés 12:7.
3. Hebreos 12:23; 2 Corintios 5:1,6,8; Filipenses 1:23; Hechos 3:21; Efesios 4:10.
4. Lucas 16:23,24; Judas 6,7; Hechos 1:25; 1 Pedro 3:19.
II. Los que se encuentren vivos en el último día, no morirán sino que serán transformados, (1) y todos los muertos serán resucitados con sus mismos cuerpos, y no con otros, aunque con diferentes cualidades, los cuales serán unidos otra vez a sus almas para siempre. (2)
1. 1 Tesal. 4:17; 1 Corintios 15:51,52.
2. Job 19:26,27; 1 Corintios 15:42-44.
III. Los cuerpos de los injustos, por el poder de Cristo, resucitarán para deshonra; los cuerpos de los justos, por su Espíritu, para honra; serán hechos entonces semejantes al cuerpo glorioso de Cristo. (1)
1. Hechos 24:15; Juan 5:28,29; Filipenses 3:21; 1 Corintios 15:43
20.- Mayordomía
Creemos que Dios es la fuente de todas las bendiciones materiales y espirituales; todo lo que tenemos se lo debemos a Él. Los cristianos tienen una deuda espiritual con el mundo entero, un depósito santo en el Evangelio, y una impelente mayordomía de sus posesiones. Por tanto están bajo la obligación de servir a Dios con su tiempo, con sus talentos, y sus posesiones materiales; deben reconocer que todo esto les ha sido confiado a fin de usarlo para la honra y gloria de Dios y para ayudar a otros. De acuerdo con las Escrituras, los cristianos, deben contribuir regular y sistemáticamente, de manera proporcional y liberal para el extendimiento de la causa del Redentor en la tierra.
Génesis 14:20; Levítico 27: 30-32; Deuteronomio 8:18; Malaquías 3:8-12; Mateo 6:1-4; 19:21; 23:23; 25:14-29; Lucas 12:16-21, 42; 16:1-13; Hechos 2:44-47; 5:1-11; 17: 24-25; 20:35; Romanos 6:6-22; 12:1-2; 1ª Corintios 4:1, 2; 6:19, 20; 16:1-4; 2ª Corintios 8:9; 12:16; Filipenses 4:10-19; 1ª Pedro 1:18,19.
Confesión de Westminster CAPÍTULO 16: DE LAS BUENAS OBRAS
II. Las buenas obras, hechas en obediencia a los mandamientos de Dios, son los frutos y evidencias de una fe viva y verdadera; (1) y por ellas manifiestan los creyentes su gratitud, (2) fortalecen su seguridad, (3) edifican a sus hermanos, (4) adornan la profesión del evangelio, (5) tapan la boca de los adversarios, (6) y glorifican a Dios; (7) pues los creyentes hechura de él, creados en Cristo Jesús para buenas obras, (8) para que teniendo por fruto la santificación, tengan como fin la vida eterna. (9)
1. Santiago 2:18,22.
2, Salmos 116:12,13; 1 Pedro 2:9.
3. 1 Juan 2:3,5; 2 Pedro 1:5-10.
4. 2 Corintios 9:2; Mateo 5:16.
5. Tito 2:5; 1 Timoteo 6:1; Tito 2:5, 9-12.
6. 1 Pedro 2:15.
7. 1 Pedro 2:12; Filipenses 1:11; Juan 15:8.
8. Efesios 2:10.
9. Romanos 6:22.
III. La capacidad que tienen los creyentes para hacer buenas obras, no es de ellos en ninguna manera, sino completamente del Espíritu de Cristo. (1) Y para que ellos puedan tener esta capacidad, además de las gracias que han recibido se necesita la influencia efectiva del mismo Espíritu Santo para obrar en ellos tanto el querer como el hacer por su buena voluntad; (2) sin embargo, ellos no deben degenerar en negligentes, como si no estuviesen obligados a obrar aparte de un impulso especial del Espíritu, sino que deben ser diligentes en avivar la gracia de Dios que está en ellos. (3)
1. Juan 15:4-6; Ezequiel 36:26,27.
2. Filipenses 2:13 y 4:13; 2 Corintios 3:5.
3. Filipenses 2:12; Hebreos 6:11,12; Isaías 64:7; 2 Pedro 1:3,5,10,11; 2 Timoteo 1:6; Hechos 26:6,7; Judas 20:21.
Hasta aquí termina nuestra confesión de fe Bautista conformada por 20 declaraciones, sin embargo recomendamos las 14 confesiones faltantes que no incluimos de las 33 de la confesión de Westminster:
- Capítulo 3 Del Decreto Eterno De Dios
- Capítulo 4 De La Creación
- Capítulo 5 De La Providencia
- Capítulo 7 Del Pacto De Dios Con El Hombre
- Capítulo 8 De Cristo, El Mediador
- Capítulo 12 De La Adopción
- Capítulo 18 De La Seguridad De La Gracia Y De La Salvación
- Capítulo 20 De La Libertad Cristiana Y De La Libertad De Conciencia
- Capítulo 22 De Los Juramentos Y De Los Votos Lícitos
- Capítulo 24 Del Matrimonio Y Del Divorcio
- Capítulo 26 De La Comunión De Los Santos
- Capítulo 27 De Los Sacramentos
- Capítulo 30 De La Disciplina Eclesiástica
- Capítulo 31 De Los Sínodos Y Concilios